Capítulo II
Aunque a los compiladores del Canon Pāli no les interesaba enseñar las ciencias físicas, con frecuencia encontramos pasajes en donde se cita el comportamiento del universo físico para ilustrar aspectos de la doctrina con símiles o ejemplos. Un número de esos pasajes se refiere en gran detalle a aspectos de calor, moción, meteorología, la etiología de las enfermedades y así sucesivamente, para demostrar que una teoría común subyace en su explicación. Esa teoría se centra en el concepto de dhātu, propiedad o potencial. Las propiedades físicas que conforman esta teoría son cuatro: las de la tierra (solidez), del líquido, del calor y del viento (movimiento). Tres de ellas—líquido, calor y viento—son potencialmente activas. Cuando ellas son incitadas, agitadas o provocadas—el término en Pāli es pakuppati, que también se usa a nivel psicológico para significar enfurecido o molestado—actúan como la causa subyacente de la actividad en la naturaleza. El fuego, por ejemplo, se dice que ocurre cuando la propiedad de calor es provocada.
‘Hay momentos en que la propiedad externa de calor es provocada y consume una aldea, un pueblo y una ciudad, el campo y el área rural; y luego, al llegar al borde de una zona verde, el borde de un camino, el borde de un pedregal, el borde del agua o a una exuberante área bien regada, se apaga por carencia de sustento’.
Una vez que un fuego ha sido provocado, necesita upādāna—palabra comúnmente traducida como combustible—para seguir ardiendo. Sin embargo, además de combustible, upādāna tiene otros significados—uno de ellos es la nutrición que sostiene la vida y el crecimiento de un árbol—y como veremos enseguida, el viento también puede funcionar como upādāna del fuego. Por consiguiente, sustento parece ser la traducción más precisa del término.
‘Joven, ¿cómo consideras esto? ¿Qué fuego sería más brillante, luminoso y deslumbrante, el que ardiera en dependencia de un sustento de hierba y madera, o el que ardiera en dependencia de haber abandonado un sustento de hierba y madera?’
‘Venerable Gotama, si fuera posible que un fuego ardiera en dependencia de haber abandonado a un sustento de hierba y madera, este fuego sería el más brillante, luminoso y deslumbrante’.
‘Joven, es imposible, no hay manera de que un fuego pueda arder en dependencia de haber abandonado a un sustento de hierba y madera, si no se trata de una hazaña de poder psíquico…’.
‘Vaccha, así como un fuego arde con sustento y no sin sustento, del mismo modo yo describo el renacimiento de uno con sustento y no de uno sin sustento’.
‘Pero, Venerable Gotama, en el momento en que una llama se esparce por el viento y viaja a larga distancia, ¿qué describes como su sustento entonces?’
‘Vaccha, cuando una llama se esparce por el viento y viaja a larga distancia, la describo como sustentada por el viento, ya que el viento, Vaccha, es su sustento en esa ocasión’.
‘Y en el momento en que un ser deja de lado el cuerpo y aún no ha obtenido otro cuerpo, ¿qué describes como su sustento entonces?’
‘Vaccha, cuando un ser ha dejado de lado el cuerpo y aún no ha obtenido otro cuerpo, lo describo como sustentado por el ansia. El ansia, Vaccha, es su sustento en esa ocasión’.
Otro significado de upādāna es aferramiento, lo que sugiere que así como un árbol se aferra a la tierra que proporciona su sustento, el fuego lo hace con su combustible. Así, el pasaje anterior podría leerse como ‘el fuego arde con aferramiento y no sin aferrarse’—una característica del fuego que se observó también en otras tradiciones asiáticas antiguas como el I Ching chino.
El hecho de que el fuego por naturaleza se aferra, se refleja en un número de modismos utilizados en el Canon Pāli para describir su funcionamiento. Por un lado, se dice que un objeto que prende fuego ‘se atasca’ (pasivo) o ‘se pega’ (activo): la adherencia es un proceso de dos vías.
‘Monjes, así como un hueso de ala o un pedazo de tendón arrojados al fuego no prenden fuego [lit: ‘se pegan’ o ‘se atascan’], se mantienen separados, se hacen a un lado y no son atraídos por el fuego; del mismo modo el corazón de un monje que a menudo pasa el tiempo con una mente habituada a enfocarse en lo repulsivo, no se pega al [pensamiento de] involucrarse en el acto sexual, se mantiene separado, se hace a un lado, no es atraído por él y permanece ecuánime o repugnado’.
El segundo lado del apego—en que el fuego, al pegarse a algo, se atasca—se refleja todavía más en otro modismo del Canon Pāli: al abandonar un pedazo de combustible al que estuvo aferrado, se dice que se libera.
‘Así como el fuego…después de ser liberado de una casa hecha de cañas o de hierbas, quema incluso las casas con techos a dos aguas, con estuco, con cerrojos, cerradas contra el viento; del mismo modo, todos los peligros que surgen, surgen de los tontos y no de la gente sabia; todos los desastres…todos los problemas que surgen, surgen de los tontos y no de la gente sabia’.
Este sentido del fuego atrapado cuando arde, hace eco de la estrofa del Upaniṣad Śvetāśvatara, citada anteriormente, que se refiere al fuego como ‘agarrado’ cuando se enciende por la fricción de dos palos de madera. Parece que los budistas no fueron los únicos de su tiempo en ver apego y atrapamiento cuando veian un fuego ardiendo. Esta podría ser la razón por la que la poesía antigua budista tiende a identificar la noción de un fuego extinguido con la libertad:
como una llama que se apaga
fue la liberación de la conciencia.
como una llama que ha sido derrocada por la fuerza del viento…
así el sabio liberado del cuerpo-nombre…
Así que, para resumir, la imagen de un fuego extinguido no acarreaba connotaciones de aniquilación para los budistas tempranos. Más bien, los aspectos del fuego que para ellos tenían significado en la analogía de la mente-fuego son los siguientes: el fuego, cuando arde, está en estado de agitación, dependencia, apego y atrapamiento—tanto porque se aferra como por que se atasca en su sustento. Al extinguirse se calma, es independiente, indeterminado y desapegado: abandona su sustento y se libera.
Este mismo nexo de eventos, aplicado al trabajo de la mente, se presenta reiteradamente en pasajes canónicos que describen el logro de la meta:
‘Quien está apegado no está liberado; quien no está apegado está liberado. Si la conciencia, cuando reposa, sigue aferrada a la forma, apoyada por la forma [como su objeto], establecida en la forma, regada con deleite, manifestará crecimiento, aumento y proliferación. Si la conciencia, cuando reposa, sigue aferrada a la sensación… a la percepción… a las fabricaciones… manifestará crecimiento, aumento y proliferación. Si alguien dijera, “Describiré un venir, un ir, una desaparición, un surgimiento, un crecimiento, un aumento o una proliferación de la conciencia aparte de la forma, de la sensación, de la percepción, de las fabricaciones”, eso sería imposible.
‘Si un monje abandona la pasión por la propiedad de la forma… sensación… percepción… fabricaciones… conciencia, entonces, debido al abandono de la pasión, el apoyo se corta y no hay base para la conciencia. La conciencia, al no estar establecida, sin proliferación, sin desempeñar función alguna, está liberada. Debido a su liberación se reposa. Debido a su reposo está satisfecha. Debido a su satisfacción, no se agita. Al no estar agitado, él [el monje] “nibbānea” completamente en su interior. Discierne que “El nacimiento terminó, la vida sagrada ha sido consumada, la tarea cumplida. No hay nada más que hacer en este mundo”’.
Siendo éstos los resultados—quietud, independencia, desapego—asociados con la extinción de un fuego y la obtención de la meta, parece que de todas las etimologías ofrecidas para explicar la palabra nibbāna, la que está más cerca de la connotación original es la que Buddhaghosa cita en El Sendero de Purificación (VIII, 247). En su tratado deriva la palabra del prefijo negativo ‘nir’, más ‘vāna’, o atadura*: ‘Desatamiento’.
Los académicos modernos tradicionalmente han despreciado esta derivación por extravagante y han favorecido hipótesis como ‘apagar soplando’, ‘no soplar’ o ‘tapar’. De todos modos, aunque estas hipótesis tienen sentido en términos de las ideas occidentales modernas sobre el fuego, ellas son difícilmente relevantes en la forma en que nibbāna se utiliza en el Canon. Libertad, por otro lado, es más que relevante. Es fundamental, tanto en el contexto de las teorías antiguas indias del fuego como en el marco psicológico del logro de la meta: ‘Al no estar agitado, él se desata completamente en su interior’.
Así, ‘Desatamiento’ parece ser el mejor equivalente de nibbāna en español. ¿Qué clase de desatamiento? Ya hemos obtenido alguna idea—liberación de la dependencia y limitaciones, de la agitación y de la muerte—sin embargo, resulta que nibbāna no es el único término que el Buddha tomó prestado del funcionamiento del fuego para describir el funcionamiento de la mente. Otro es upādāna, y un estudio de cómo él lo aplicó a la mente ayudará a ver lo que se suelta en el desatamiento de la mente y cómo esto sucede.