Introducción
Los discursos del Canon Pāli con frecuencia muestran una analogía entre el funcionamiento del fuego y el de la mente: la mente que no está despierta a la meta suprema es como un fuego que arde; la mente despierta, como un fuego apagado. La analogía se hace tanto indirecta como directamente: indirectamente en el uso de terminología tomada de la física del fuego para describir eventos mentales (la palabra nibbāna es el ejemplo más conocido); directamente en un gran número de metáforas:
Escuché que una vez el Bendito—mientras estaba a orillas del río Nerañjarā en Uruvelā, a la sombra del Árbol Bodhi, recientemente despierto—estuvo sentado siete días seguidos sintiendo la felicidad de la liberación. Pasados los siete días, al salir de esa concentración, inspeccionó el mundo con el ojo del Despierto. Al hacerlo vio seres vivos ardiendo con las numerosas fiebres y en llamas por los numerosos fuegos que nacen de la pasión, la aversión y el engaño.
‘El Todo está en llamas. ¿Qué Todo está en llamas? El ojo está en llamas. Las formas están en llamas. La conciencia del ojo está en llamas. El contacto del ojo está en llamas y lo que sea que surge dependiendo del contacto con el ojo, experimentado como placer, dolor o ni placer ni dolor, eso también está en llamas. ¿En llamas con qué? En llamas con el fuego de la pasión, el fuego de la aversión, el fuego del engaño. En llamas, les digo, con el nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte, la tristeza, las lamentaciones, el dolor, la angustia y la desesperación.
‘El oído está en llamas. Los sonidos están en llamas…
‘La nariz está en llamas. Los olores están en llamas…
‘La lengua está en llamas. Los sabores están en llamas…
‘El cuerpo está en llamas. Las sensaciones táctiles están en llamas…
‘El intelecto está en llamas. Las ideas están en llamas. La conciencia del intelecto está en llamas. El contacto del intelecto está en llamas y lo que sea que surge dependiendo del contacto con el intelecto, experimentado como placer, dolor o ni placer ni dolor, eso también está en llamas. ¿En llamas con qué? En llamas con el fuego de la pasión, el fuego de la aversión, el fuego del engaño. En llamas, les digo, con el nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte, la tristeza, las lamentaciones, el dolor, la angustia y la desesperación’
El fuego de la pasión arde en un mortal
emocionado, encantado con los deseos sensuales;
el fuego de la aversión en una persona malévola
que quita la vida;
el fuego del engaño en una persona aturdida
ignorante del noble Dhamma.
Sin comprender esos fuegos, la gente
—aferrada a la auto-identificación—
no liberada de las cadenas de Māra*,
engrosa las filas del infierno,
los vientres de los animales comunes, demonios,
el reino de las sombras hambrientas.
Mientras que aquellos que, día y noche,
se dedican al mensaje
de aquel que correctamente despertó por sí mismo,
apagan el fuego de la pasión,
percibiendo constantemente lo repulsivo.
Ellos, gente superlativa, apagan el fuego de la aversión
con la buena voluntad,
y el fuego del engaño
con el discernimiento que lleva a la penetración.
Ellos, diestros, incansables día y noche,
al haber apagado [los fuegos]
al haber, sin remanente,
comprendido la tensión,
se apagan sin remanente,
por completo.
Ellos, los sabios con la noble visión,
la gnosis correcta
de uno que ha alcanzado la sabiduría,
al conocer directamente la terminación del nacimiento,
no regresan más al devenir.*
No sólo se compara la extinción de la pasión, la aversión y el engaño con la extinción del fuego, sino también el fallecimiento de una persona en quien esos fuegos se han apagado.
Terminado lo viejo,
no hay un nuevo nacimiento.
Desapasionadas sus mentes
por el devenir futuro,
ellos, sin semilla,
sin deseo por crecer,
los iluminados se apagan
como esta llama.
Hermana Sumedhā:
Esto, sin envejecimiento,
esto sin morir,
esto, que no envejece, estado sin muerte
sin tristeza,
hostilidad,
cadenas,
sin arder…
Cuando el Bendito se apagó completamente—de forma simultánea con el apagarse total—el Venerable Anuruddha pronunció estos versos:
‘Él no inspiraba ni expiraba,
aquel que era Tal*, de mente firme,
imperturbable y decidido a la paz:
el sabio finalizó su período.
Con un corazón indomable
soportó el dolor.
Como una llama que se apaga
fue la liberación
de la conciencia’.
El objetivo de este ensayo es el de explorar las implicaciones de estas imágenes—para tener una idea de lo que era y no era la intención transmitir—para mencionar los puntos de vista comunes y corrientes de la física del fuego en los tiempos del Buddha. Este parece ser el enfoque apropiado para trazar las conclusiones ajustadas que se derivan de esas imágenes, a falta de una real experiencia del Despertar, algo que ningún libro puede proporcionar. De lo contrario, estamos obligados a interpretarlas de acuerdo con nuestros propios puntos de vista sobre el funcionamiento del fuego, un error tan engañoso y anacrónico como dibujar una imagen del Buddha vestido como Albert Einstein o Isaac Newton.
La presentación aquí es más como un foto-mosaico que como una exposición. Las citas han sido alineadas y superpuestas con el fin de que se reflejen y expandan las unas a las otras. Los comentarios se han reducido intencionalmente al mínimo para así permitir que las citas hablen por sí mismas. La desventaja de este enfoque es que cubre varios frentes a la vez y puede, sólo gradualmente, exponer sus puntos. Su fuerza reside en su efecto acumulativo: revelar—bajo enseñanzas aparentemente dispares—patrones de unidad que podrían pasar desapercibidos en una narración más lineal, así como las imágenes de satélite pueden poner al descubierto restos arqueológicos enterrados que pasarían inadvertidos por una persona de pie en el suelo.
Una de las características del Canon Pāli es que los patrones ordinarios de pensamiento y de imágenes dan forma a palabras improvisadas de una amplia variedad de personas citadas. Oiremos las voces no sólo del Buddha—el expositor en todos los pasajes del Canon cuando ningún otro es identificado—sino también de personas laicas como Citta, monjes como los Venerables Ānanda y Mahā Kaccāyana y monjas como las Hermanas Nandā, Sumedhā y Pāṭācārā. Cada persona tiene su propio modo de expresión, tanto en poesía como en prosa, pero todos hablan con un trasfondo y experiencia similares que permite ver sus mensajes como un todo, tanto en estructura como en contenido.
La estructura que más nos concierne se centra en la imagen del fuego extinguido, sus implicaciones en la palabra nibbāna (nirvāṇa) y los conceptos relacionados con ella. Cuando se usa con respecto al fuego, nibbāna significa ‘estar apagado’ o ‘apagarse’. Cuando se utiliza con respecto a la mente se refiere a la meta final y a su logro. Nuestro ensayo sobre el conjunto de significados que rodean esa palabra tiene la intención de leerse como un viaje de exploración, pero un breve anticipo nos ayudará a mantener el rumbo tanto de dónde estamos en relación con el mapa proporcionado por el Resumen, como hacia adónde nos dirigimos.
El capítulo primero es un sondeo de las ideas védicas antiguas del fuego que subsiste de una manera difusa incluso después de extinguirse. A continuación se muestra el modo en que el Buddha utilizó el enfoque original de esas ideas para ilustrar el concepto de nibbāna después de la muerte como refiriéndose no a una existencia eterna, sino más bien a la libertad absoluta de todas las limitaciones de tiempo, espacio y ser.
Los tres capítulos restantes tratan el concepto de nibbāna en la vida actual. El capítulo II introduce un conjunto de ideas budistas sobre la naturaleza del fuego que arde—como algo agitado, aferrándose, atado y dependiente—y delinea las implicaciones de esas ideas cuando el fuego se apaga y, paralelamente, cuando la mente alcanza el nibbāna. En particular llega a la conclusión que, de todas las etimologías que tradicionalmente se ofrecen sobre la palabra nibbāna, ‘desatamiento’ de Buddhaghosa es probablemente la que más se acerca a las connotaciones originales del término.
El capítulo III retoma la noción de aferramiento que se aplica a la mente—como sensualidad, perspectivas, costumbres y prácticas, y doctrinas del yo—para mostrar en detalle qué es lo que se suelta en la mente cuando ésta se desata, mientras que en el capítulo IV se presentan los pormenores de cómo la mente se libera de sus grilletes a través de la práctica de la virtud, la concentración y el discernimiento. Este último capítulo culmina con una selección de pasajes provenientes de los textos que recapitulan los patrones de las imágenes de fuego y libertad de las exposiciones precedentes. Si se leen con reflexión, también sirven como recordatorios de que sus perspectivas de la noción de nibbāna pueden relacionarse solamente a la luz de ese patrón.
Sin embargo, desde el comienzo debemos tener en cuenta que el nibbāna es sólo uno de los muchos nombres de la meta budista. Una sección del Canon hace una lista de 33, y vale la pena considerar el conglomerado de impresiones que transmiten:
Lo no-fabricado, lo no-torcido,
lo sin fermentaciones*, lo verdadero, lo más allá,
lo sutil, lo muy-difícil-de-ver,
lo intemporal, permanencia, lo inmarcesible,
lo sin superficie, sin objetivación,
paz, lo inmortal,
lo exquisito, felicidad, descanso,
la terminación del ansia,
lo maravilloso, lo asombroso,
lo seguro, seguridad,
nibbāna,
lo sin aflicción(unafflicted), desapasionamiento, pureza,
liberación, lo sin apego(non-attachment),
la isla, cobijo, puerto, refugio,
lo sumo.